El damán roquero, un pequeño mamífero con un aspecto similar al de las marmotas o cobayas gigantes, curiosamente tiene una conexión histórica con España a través de su posible influencia en el nombre del país. Según relatos históricos, los fenicios, al llegar a la Península Ibérica, la denominaron «I-span-ya», refiriéndose, no a la abundancia de conejos como se creía, sino a los damanes que habitaban la región en aquel entonces. Este nombre fue adoptado por los romanos como «Hispania», lo que se convertiría en el actual España. Pese a su tamaño diminuto comparado con los elefantes, el damán roquero pertenece a la familia Procaviidae y mantiene un sorprendente parentesco evolutivo con estos grandes paquidermos.
Este curioso animal, que puede ser observado actualmente en el Bioparc de Valencia, se encuentra bajo el Programa Europeo de Conservación de especies amenazadas debido a su situación vulnerable. Adaptado a zonas áridas y rocosas, el damán roquero vive en colonias con una destacada estructura jerárquica y cuenta con adaptaciones únicas, como sus almohadillas esponjosas que facilitan el trepado y su eficiente sistema renal que le permite sobrevivir en condiciones de escasez de agua. Además, genera una sustancia conocida como «hyraceum», utilizada históricamente en medicina y perfumería. La reciente llegada de tres crías en el Bioparc refleja los esfuerzos de conservación, subrayando la importancia del damán roquero en términos ecológicos e históricos, enriqueciendo así la biodiversidad con su singular legado.
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