La tecnología actual y sus costos impiden la creación de robots avanzados como los imaginados por la ficción, y la inteligencia artificial (IA) aún está en etapas tempranas. La sociedad no está completamente preparada para los cambios que la IA introduce, enfrentando estos avances con temor y resistencia. La conciencia artificial, diferente a la humana, permite a los robots simular inteligencia, lo que podría llevar a que sean tratados como seres inteligentes. A futuro, los robots podrían adquirir habilidades sensoriales y cognitivas para tomar decisiones en entornos dinámicos, aunque su uso plantea riesgos y beneficios. La creciente presencia de IA también presenta desafíos éticos, sociales y económicos, incluyendo el reemplazo de empleos y la privacidad de datos, generando interrogantes sobre la autenticidad de las relaciones humanas y su impacto en nuestra percepción de la realidad.
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