En 2024, la democracia liberal enfrenta un año decisivo con elecciones trascendentales en distintos puntos del mundo, destacando las presidenciales de Estados Unidos el próximo 5 de noviembre. La contienda tendrá como protagonistas a Kamala Harris, quien aspira a mantener a Estados Unidos como líder del mundo libre y representa la continuidad del modelo liberal occidental, y a Donald Trump, quien ya ha mostrado una inclinación por cuestiones autoritarias durante su período anterior y cuyo regreso al poder podría incentivar movimientos antiliberales en Europa y más allá. Líderes internacionales como Viktor Orbán de Hungría y Marine Le Pen de Francia observan con interés, dado que ven en Trump un aliado ideológico favorable al conservadurismo y a agendas políticas que desafían el orden establecido por las democracias liberales.
El impacto potencial de una victoria de Trump podría extenderse a nivel global, afectando desde las relaciones transatlánticas hasta el equilibrio de poder en conflictos estratégicos, como el de Ucrania. Trump ha manifestado su intención de limitar el apoyo militar y financiero a Ucrania, lo que podría redefinir la postura de Estados Unidos en el conflicto con Rusia, en contraste con Harris, quien aboga por un apoyo continuo pero condicionado. En este contexto, la política exterior estadounidense también sigue estando obsesionada con el ascenso de China como potencia global, factor que tanto Harris como Trump abordan desde ángulos diferentes, cada uno apuntalando sus propuestas sobre aranceles y la estabilidad en Taiwán. Mientras tanto, la Unión Europea y otras naciones se preparan para posibles cambios significativos en sus relaciones con Washington, en un período en el que el liderazgo mundial y los valores democráticos están bajo escrutinio.
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