La caída en desgracia de Jack Ma, el fundador del gigante del comercio electrónico Alibaba, comenzó a finales de 2020 tras un discurso que desató la controversia. En su intervención, Ma lanzó duras críticas contra la estrategia del gobierno chino para minimizar los riesgos en el sistema financiero, así como contra el funcionamiento de los bancos tradicionales del país. Este acto de franca oposición a las políticas económicas de Pekín fue el comienzo de un período turbulento para Ma, que desde entonces ha mantenido un perfil bajo en el escenario público y experimentado significativas repercusiones en sus negocios y su figura personal. El discurso es visto como un catalizador que intensificó la presión del gobierno sobre su imperio empresarial, desencadenando investigaciones e intervenciones regulatorias que afectaron tanto a Alibaba como a Ant Group, la filial financiera del conglomerado.
Desde ese momento, el caso de Jack Ma se ha convertido en un emblemático ejemplo de las tensiones entre el sector privado en China y el régimen comunista, que busca ejercer un control más estricto sobre las empresas tecnológicas del país. La situación de Ma subraya un mensaje claro de las autoridades chinas sobre los límites del poder empresarial y la conformidad esperada de los magnates en relación con la política gubernamental. A lo largo de este proceso, el fundador de Alibaba ha mantenido un recato inusual respecto a sus habituales apariciones públicas y sus pronunciamientos, lo que ha generado especulaciones tanto sobre su futuro personal como sobre las posibles estrategias de Beijing para gestionar a las corporaciones privadas a la luz de la nueva normativa económica.
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