En un gesto de notable resistencia, el acusado ha decidido no responder a las preguntas formuladas por el magistrado Ángel Hurtado, encargado de la instrucción del caso en la Sala Segunda. Esta actitud ha marcado una jornada judicial cargada de expectación, donde se esperaban declaraciones clave para el avance del proceso. La decisión de permanecer en silencio puede interpretarse como una estrategia defensiva, dado el alto perfil mediático del caso y las posibles implicaciones legales que puedan derivarse de sus respuestas. Sin embargo, este silencio también podría complicar su posición frente a las acusaciones, al no dar su versión sobre los hechos que se le imputan.
El magistrado Hurtado, conocido por su severidad y enfoque meticuloso, había preparado un exhaustivo cuestionario que pretendía esclarecer puntos fundamentales del caso. La negativa a cooperar del acusado podría dificultar la recopilación de información esencial para el desarrollo de la causa, lo que potencialmente alargaría el proceso judicial. En un contexto donde cada declaración puede tener un impacto significativo en el rumbo del juicio, el silencio del acusado introduce un nuevo elemento de incertidumbre sobre cómo se desarrollarán los acontecimientos en las próximas sesiones, manteniendo en vilo a la opinión pública y a los implicados en el procedimiento.
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