Madrid se convierte en el epicentro de la gastronomía mexicana con la llegada del Festival de Moles, un evento que reúne tradición y modernidad en el prestigioso restaurante XAMACH. Desde el 30 de mayo hasta el 15 de junio, los visitantes tendrán la oportunidad de explorar una impresionante variedad de sabores que resaltan la riqueza culinaria de México, todo ello a través de cuatro recetas tradicionales presentadas con un giro contemporáneo.
Durante el festival, los comensales podrán disfrutar del Pipian Verde, una salsa a base de semillas de calabaza, acompañada de carne de cerdo ibérico, y el Manchamanteles, una mezcla de chile ancho, especias y frutas, servido sobre tostadas con camarón y nopales. Asimismo, el clásico Mole Poblano, compuesto por más de 25 ingredientes como chiles, frutos secos y cacao, se ofrece en mini enchiladas rellenas de pollo, mientras que el sofisticado Mole Negro, con 35 componentes, se presenta en tacos dorados rellenos de ternera.
El mole, considerado un verdadero arte culinario, destaca como el protagonista del festival. Este platillo, perfeccionado desde la época prehispánica y enriquecido con influencias europeas y asiáticas, se reinventa en XAMACH, manteniendo sus sabores ancestrales.
Para realzar esta experiencia sensorial, XAMACH propone maridar estos moles con espumosos de Torelló, una bodega con 600 años de historia en la región de Penedès. Los vinos ecológicos de larga crianza potencian los sabores del festival, resultando en un maridaje excepcional apreciado en restaurantes de renombre.
XAMACH se erige como un homenaje a la cocina mexicana, reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Fundado por Edgar Navarro Urruticoechea y Silvia Sánchez Briones, con Érik Báez Torres como chef ejecutivo, el restaurante ofrece un ambiente acogedor y cosmopolita, ideal para compartir en familia y celebrar la rica tradición gastronómica de México.
Los visitantes de XAMACH podrán disfrutar de esta experiencia única, donde cada platillo cuenta una historia y cada bocado despierta el alma, evidenciando la evolución de una cultura que, pese a renovarse, nunca pierde su esencia.