El atentado de Año Nuevo en Nueva Orleans, ejecutado por el exmilitar Shamsud-Din Bahar Jabbar, ha dejado un saldo trágico de catorce muertos y más de treinta heridos, sacudiendo los cimientos de la ciudad en plena celebración. Según el FBI, Jabbar actuó en solitario, inspirado «al 100%» por el Ejército Islámico, lo que ha vuelto a encender las alarmas sobre la amenaza del terrorismo individual en Estados Unidos. Durante el ataque, el perpetrador utilizó una camioneta alquilada para lanzarse contra la multitud que se congregaba en Bourbon Street, en el corazón del Barrio Francés de Nueva Orleans. La agresión ha abierto preguntas sobre el proceso de radicalización de Jabbar y ha destacado la necesidad de mejorar los controles y el seguimiento de individuos con potencial de cometer actos terroristas.
En respuesta a la tragedia, la comunidad de Nueva Orleans ha mostrado su resiliencia, rindiendo homenaje a las víctimas con un minuto de silencio en el partido de fútbol americano universitario de la Sugar Bowl, que congregó a 80.000 espectadores. El presidente Joe Biden elogió la fortaleza de la ciudad, resaltando que no se dejarán vencer por el ataque. Las autoridades locales, incluido el gobernador de Luisiana, han subrayado que la ciudad sigue siendo segura, con un extenso despliegue policial en el centro urbano. La creciente vigilancia busca asegurar el regreso a la normalidad y la seguridad en eventos próximos, como su mundialmente famoso carnaval y la Superbowl. Mientras tanto, las investigaciones continúan para desentrañar los motivos detrás del ataque y la posible conexión de Jabbar con el extremismo global, en un clima de expectación ante los próximos eventos políticos nacionales.
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