El festival de Holi, una de las celebraciones más coloridas y animadas de la India, tiene sus raíces en la mitología hindú, donde se conmemora la victoria del bien sobre el mal. La festividad está estrechamente relacionada con la leyenda de Joliká, la malvada hermana del rey Hiranyakashipu y tía del príncipe Prahlada. Según la tradición, Hiranyakashipu, un rey demonio con un deseo insaciable de poder, trató de imponer su divinidad y exigió la adoración de su pueblo. Sin embargo, su hijo, el príncipe Prahlada, se mantuvo devoto al dios Vishnu, desafiando así las órdenes de su padre. En un intento desesperado por destruir a Prahlada, Joliká utilizó su poder, que supuestamente la protegía del fuego, para tratar de quemarlo. Sin embargo, para sorpresa de todos, Joliká murió en las llamas mientras Prahlada salió ileso, simbolizando el triunfo del bien sobre el mal y la protección divina.
La celebración de Holi refleja esta mitología a través de rituales de fuego, música, baile y sobre todo, una explosión de colores vivos con los que los participantes se cubren unos a otros. Este festival, que marca el comienzo de la primavera, es una ocasión para dejar atrás las tensiones, perdonar y renovar amistades. Las calles se inundan de risas y cantos, mientras que los participantes, vestidos generalmente de blanco, se convierten en lienzos vivientes bañados por pigmentos que simbolizan la alegría y la unidad. Holi trasciende barreras sociales y económicas, permitiendo que personas de todas las edades y orígenes se unan para celebrar en un espíritu de comunidad y renovación.
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