Durante una tarde impregnada de emociones contrastantes en el velódromo de Apeldoorn, el campeonato europeo de atletismo en pista cubierta ofreció momentos de intensa competencia y una montaña rusa de sentimientos para los atletas. Josué Canales enfrentó una amarga desilusión tras quedar quinto en los 800 metros, una carrera que soñaba con ganar. Consolado por Jorge González Amo, referente del mediofondo, sus lágrimas encontraron refugio mientras su mente aún luchaba con el desconsuelo de la derrota. Marta García, con su feroz determinación por medallar en los 3.000 metros, terminó cuarta después de una frustrante caída. Aunque no buscó consuelo externo, su espíritu competitivo se reflejó en gritos de rabia y autocrítica, rememorando el espíritu de lucha similar al mítico Lasse Viren.
Por otro lado, la jornada trajo un destello de alegría para los relevistas españoles del 4×400 masculino. A pesar de estar a la sombra de un poderoso equipo neerlandés, lograron una medalla de plata con un récord nacional, gracias a la impresionante actuación de Bernat Erta, cuya habilidad en las curvas fue crucial para mantenerse justo por delante de Bélgica. En cambio, el equipo femenino, bautizado como las «golden bubbles», vio cómo sus sueños de medalla se desvanecían momentáneamente tras una actuación notable que las dejó en cuarto lugar, aunque batieron su propio récord nacional. La breve descalificación y posterior readmisión del equipo neerlandés intensificó las emociones, convirtiendo la velada en una celebración fantasmal matizada por la voluntad encomiable de siempre intentar más, como destacó Paula Sevilla, quien prometió que este podría ser el inicio de una nueva era para el relevo femenino español.
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