El misterio de si George Mallory y Andrew Irvine lograron o no alcanzar la cima del Everest en 1924 sigue sin resolverse un siglo después. Mientras el cuerpo de Mallory fue encontrado en 1999, el de Irvine y su cámara de fotos, que podría contener pruebas cruciales, siguen desaparecidos. Teorías y evidencias alimentan tanto el optimismo como el escepticismo. Noel Odell, el último en verlos cerca del segundo escalón, siempre creyó en su éxito. Estudios recientes sugieren que pudieron haber evitado dicho obstáculo mayor, tomando rutas alternativas menos peligrosas. Aunque la falta de pruebas definitivas deja el destino de ambos en el ámbito de la especulación, la persistencia de los investigadores mantiene viva la esperanza de resolver este enigma.
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