La región ha estado bajo un intenso bombardeo por parte de las fuerzas de Tel Aviv durante horas, desencadenando una ola de destrucción y caos. Los ataques aéreos han afectado infraestructura vital, dejando a la población civil atrapada en un estado de vulnerabilidad extrema. Testigos en el área informan de explosiones continuas, mientras los servicios de emergencia luchan por atender a los heridos en medio de los escombros y la devastación.
La situación ha generado una escalada de la crisis humanitaria, con numerosos desplazados que buscan refugio en zonas más seguras, aunque su número aumenta significativamente cada minuto. La comunidad internacional ha manifestado su preocupación por el deterioro rápido de las condiciones en la zona, instando a un cese inmediato de hostilidades y al inicio de diálogos para encontrar una solución pacífica. Entretanto, la incertidumbre y el miedo dominan a la población, que clama por una pronta intervención para poner fin a la violencia.
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