En España, más de una cuarta parte de los nacimientos se lleva a cabo mediante cesárea, una intervención quirúrgica que, si bien puede ser necesaria en ciertos casos para la seguridad tanto de la madre como del bebé, no está exenta de riesgos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que la tasa de cesáreas no supere el 15% de los nacimientos, sin embargo, las cifras actuales en el país europeo duplican esas recomendaciones. Esto ha suscitado un debate en el ámbito médico sobre las causas detrás de esta prevalencia, que van desde factores médicos hasta decisiones de conveniencia. Las cesáreas, al ser cirugías mayores, pueden traer consigo complicaciones como infecciones, mayor tiempo de recuperación y efectos en futuros embarazos.
Expertos en obstetricia han comenzado a sugerir métodos para reducir el número de cesáreas y fomentar partos más naturales. Según algunos profesionales, entrenar y preparar física y mentalmente a las mujeres podría ser clave para disminuir la dependencia de partos instrumentalizados. Este enfoque aboga por intervenciones menos invasivas y un plan de parto flexible que permita adaptarse a las condiciones individuales sin recurrir de inmediato a la cesárea, siempre priorizando la salud de la madre y el bebé. La promoción de prácticas como la atención médica personalizada, ejercicio específico para embarazadas y educación sobre el parto natural busca, en última instancia, equilibrar el uso de la cesárea y mejorar los resultados para quienes dan a luz.
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