La Ryder Cup llega por primera vez a Nueva York, prometiendo una experiencia inolvidable en el competitivo mundo del golf. El equipo europeo, con el desafío de defender su victoria obtenida en Roma hace dos años, se enfrenta a un ambiente hostil en el campo de Bethpage Black, donde 50,000 espectadores americanos buscan entorpecer su actuación. La presión es inmensa para ambos equipos, con Estados Unidos ansioso por evitar la humillación de perder en casa por primera vez desde 2012. El capitán europeo, Luke Donald, ha implementado medidas innovadoras, como auriculares que simulan el ambiente hostil, para preparar a sus jugadores para el implacable entorno.
El enfoque en la unidad de equipo es un sello distintivo de los europeos, quienes han ganado 10 de las últimas 14 ediciones, gracias en parte a una fuerte cohesión interna. Mientras que Estados Unidos adopta estrategias similares, intentando emular el éxito basado en la camaradería, el peso de la historia aún recae sobre sus hombros. Con Jon Rahm liderando a Europa, y jugadores clave como Rory McIlroy y Justin Rose, la experiencia parece inclinar la balanza a su favor. Sin embargo, con figuras como Scottie Scheffler en sus filas, Estados Unidos no se queda atrás. La partida ha comenzado, y Nueva York está lista para ser el epicentro de una colisión deportiva de alta tensión.
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