En el último año, Grifols, la principal farmacéutica española cotizada, ha atravesado una etapa crítica marcada por una pérdida de confianza en el mercado y señalamientos de prácticas contables cuestionables. La situación se intensificó tras las acusaciones de Gotham City Research sobre la manipulación de sus cifras financieras, lo que desató el pánico entre los inversores y hizo que las acciones de la compañía sufrieran caídas dramáticas. Entre enero y marzo, los títulos de Grifols llegaron a perder un 58% de su valor, con la presión de inversores bajistas amplificando el efecto. Las investigaciones por parte de las autoridades bursátiles de España y EE UU se sumaron al complejo panorama, aunque la CNMV no halló pruebas concluyentes de la supuesta manipulación contable. En respuesta a las turbulencias, Grifols reestructuró su cúpula directiva y reforzó su compromiso con una gobernanza más sólida para enfrentar la crisis de confianza.
En paralelo, Grifols ha adoptado medidas para fortalecer su situación financiera, incluyendo la refinanciación de su deuda y la emisión de bonos garantizados, mientras intentaba cerrar una operación de venta del 20% de Shanghai RAAS. La oferta de adquisición por parte del fondo canadiense Brookfield, que irrumpió en medio del desplome bursátil, fue cancelada debido a discrepancias de valoración, dejando a Grifols en un momento crítico. A pesar de las adversidades, la compañía ha logrado cierta recuperación en sus ingresos y ha reafirmado su intención de estabilizarse con un enfoque renovado en la gestión del plasma sanguíneo, manteniendo su viabilidad sin necesidad de intermediarios externos. Las dinámicas del mercado siguen siendo inciertas, y las próximas presentaciones de resultados serán cruciales para restablecer la confianza perdida entre los accionistas. Con la presión de inversores críticos aún presente, el futuro de Grifols dependerá de su capacidad para reafirmar su solidez en un entorno financiero desafiante.
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