La imparcialidad y el prestigio del Tribunal Constitucional están en entredicho debido a su predecible alineación con los intereses del Gobierno central o la oposición, según el caso. La votación de los magistrados, sea siete a favor y cuatro en contra o viceversa, refleja más la influencia política que un análisis jurídico independiente. La situación ha alcanzado tal punto que la noticia no reside en la sentencia misma, sino en el contexto político en el que se emite. En tiempos pasados, el Tribunal tuvo presidentes de gran rectitud, pero recuperar ese prestigio parece una tarea quimérica hoy en día, y existe la preocupación de que su degradación aún no haya tocado fondo.
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