Estados Unidos ha logrado esquivar un inminente cierre del Gobierno federal tras alcanzar un acuerdo de última hora entre los líderes del Congreso. Este compromiso temporal, aprobado por ambas cámaras, permite la financiación del Gobierno hasta el próximo 21 de enero, evitando así la paralización de servicios esenciales y el impacto económico que supondría un cierre prolongado. El acuerdo se centra en mantener los niveles actuales de gasto, sin incluir nuevas asignaciones presupuestarias, lo que ha sido una fuente de críticas por parte de algunos legisladores que consideran necesarios ajustes para abordar desafíos económicos y sociales urgentes.
La aprobación de esta medida ha sido un alivio tanto para el Gobierno como para el sector empresarial, que temían las consecuencias de un cierre en plena temporada festiva. Sin embargo, este acuerdo es solo una solución temporal a un problema recurrente, ya que las discrepancias entre republicanos y demócratas sobre el gasto público y prioridades fiscales persisten. Además, algunos analistas advierten que esta táctica de aplazamiento no soluciona los problemas subyacentes del presupuesto federal, poniendo de manifiesto la necesidad de negociaciones más profundas y de largo plazo para evitar futuros enfrentamientos presupuestarios.
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