El mundo se encuentra en una encrucijada, reflejada simbólicamente esta semana con la asunción de Donald Trump como presidente de Estados Unidos y la reunión del Foro Económico Mundial en Davos. Este evento reúne a defensores del orden multilateral y globalizado, como la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente español, Pedro Sánchez, mientras que en la otra esquina, Trump y líderes nacionalpopulistas como el argentino Javier Milei y el eslovaco Robert Fico, exponen una perspectiva más soberanista y crítica con el actual sistema de libre comercio. Las divergencias no solo se observan entre estos bloques, sino también dentro del propio nacionalpopulismo, donde figuras como Trump, con posturas proteccionistas, y Milei, de orientación ultraliberal, presentan visiones económicas contradictorias.
La complejidad de la situación mundial es extraordinaria, con implicaciones significativas para el futuro del orden internacional establecido tras la Guerra Fría. Mientras Trump y sus aliados desafían este sistema, las democracias occidentales intentan encontrar un equilibrio entre los excesos del capitalismo, que han alimentado desigualdades, y la necesidad de mantener instituciones globales fuertes. La ambivalencia del mundo empresarial ante el segundo mandato de Trump refleja las tensiones actuales, con sectores expectantes de desregulación en EE. UU., pero también preocupados por las posibles disrupciones geopolíticas. Davos se perfila como un escenario clave para observar cómo estas dinámicas evolucionarán y cómo podrían reconfigurar el mundo en los próximos años.
Leer noticia completa en El Pais.
