El estudio reciente «What makes a good mother? Two decades of research reflecting social norms of motherhood», publicado en el Journal of Marriage and Family, ha puesto en evidencia las contradictorias y diversas expectativas que pesan sobre las madres en países occidentales. Desde estar siempre presentes y atentas a sus hijos, hasta triunfar en otras áreas de la vida personal y profesional, estas expectativas reflejan una presión social que a menudo perpetúa desigualdades en lugar de ofrecer el apoyo necesario. Autoras como Mar García Puig y otras han explorado cómo estas demandas empujan a las mujeres a un ideal inalcanzable de «buena maternidad», invisibilizando las complejidades y ambivalencias reales del ser madre en el contexto patriarcal y neoliberal actual. Este doble estándar condena a las madres a una lucha constante entre sus roles como cuidadoras y sus aspiraciones personales.
En España, estas expectativas resuenan fuertemente, exacerbadas por la pérdida de la familia extensa como soporte en la crianza y la creciente soledad de las madres. Expertas como María Isabel Jociles Rubio y Anna Escobedo subrayan la necesidad de repensar estas normas y enfoques, sugiriendo que se escuche más a las madres, comprendiendo sus realidades diversas y creando políticas de conciliación que reflejen estas necesidades. Jociles destaca cómo la dependencia de la orientación de expertos ha sustituido los saberes tradicionales transmitidos generacionalmente, fomentando una visión homogénea de la maternidad. Escobedo, por su parte, aboga por un modelo flexible de cuidados y permisos parentales que permitan una crianza más compartida y realista, exigiendo un replanteamiento urgente y democrático de las expectativas maternales que contemple las voces de las propias madres como prioridad.
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