Estados Unidos atraviesa un nuevo ciclo de incertidumbre con el reciente cierre parcial del Gobierno, resultado de la incapacidad de demócratas y republicanos en el Congreso para alcanzar un acuerdo sobre los presupuestos federales. Tras una votación fallida, ambas bancadas han vuelto a intentar presentar sus propuestas en el Senado, pero sin éxito, lo que ha llevado a la paralización de diversas iniciativas y servicios gubernamentales. Este cierre es el primero en siete años, recordando el prolongado cierre de 2018 que se extendió por 35 días durante la presidencia de Donald Trump. La disputa actual se centra en la atención sanitaria, con los demócratas demandando renovaciones de subsidios y los republicanos rechazando tales condiciones.
Los republicanos necesitan el apoyo de siete senadores demócratas para avanzar en su paquete de financiación provisional. Sin embargo, ninguna de las propuestas ha logrado reunir los votos necesarios, lo que ha forzado a la Casa Blanca a planear ajustes en la Administración. Durante el cierre, aunque las funciones de seguridad y el Ejército continuarán operando normalmente, muchos funcionarios no recibirán sus salarios hasta que se logre un consenso en el Congreso. La situación ha generado una atmósfera de culpa mutua entre las partes, con promesas de que este contra-tiempos es responsabilidad de los republicanos, mientras la Casa Blanca insta a dejar de «sabotear» el país.
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