En un giro inesperado tras la ilusión inicial, la senadora Andrea Padilla Villarraga expresa su desencanto con el gobierno de Gustavo Petro. Al inicio, apoyó su candidatura motivada por sus promesas de cambio, justicia social y defensa de los más vulnerables, incluidos los animales. Sin embargo, con el tiempo, ha percibido que el discurso amoroso del mandatario se ha transformado en una retórica de desconfianza y señalamientos contra quienes disienten, incluyendo a miembros del mismo partido. Padilla critica la reacción hostil de la administración hacia los opositores y la califica de sectaria, lo que, a su juicio, ha generado un ambiente político tenso y polarizado.
La senadora también reflexiona sobre el uso retórico del amor y la belleza en el discurso político de Petro, cuestionando si en realidad esconden resentimientos latentes. Señala que este enfoque no solo afecta a sus colaboradores más cercanos, sino que también incita divisiones dentro del Congreso. Padilla, comprometida con la causa animalista, sugiere que la agresividad actual del gobierno podría obstaculizar las reformas prometidas. A pesar de las desilusiones, insta a Petro y su colectividad a sanar y retomar un camino de acción política más conciliador, que realmente busque el bienestar del país.
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