A los 30 años, María Velasco decidió dar un giro radical a su vida tras enfrentar un severo burnout laboral y las demandas de la maternidad recién estrenada. Abandonó su exitosa carrera anterior y se embarcó en un camino hacia el bienestar personal, dedicándose a crear experiencias holísticas. Este nuevo enfoque le permitió reconectar con sus aspiraciones personales y profesionales, a la vez que ayudaba a otros a encontrar equilibrio en sus vidas. María se sintió motivada e inspirada al ver el impacto positivo de su trabajo en otras personas, consolidando así su decisión de cambio.
Sin embargo, el camino no estuvo exento de desafíos. A medida que avanzaba en su emprendimiento, María comenzó a compararse con proyectos similares en el mercado. Esta tendencia la llevó a descuidar su propio bienestar, dejándola vulnerable al mismo tipo de agotamiento que inicialmente intentó superar. A pesar de crear un espacio para el bienestar de otros, su autoexigencia y la constante evaluación de su éxito en relación con los demás empezaron a pesarle, haciendo evidente la necesidad de aplicar sus propios consejos de equilibrio y autocuidado.
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