Ochenta años después del final de la II Guerra Mundial, el bosque de Hürtgen, en la región alemana de Eifel, permanece como un testimonio silencioso de uno de los episodios más sangrientos del conflicto. Este entorno natural, que fue escenario de una de las batallas más largas y tormentosas en suelo alemán, alberga aún vestigios de aquella contienda: búnkeres, trincheras y tumbas de soldados, estadounidenses y alemanes, que encontraron la muerte allí. La lucha se desarrolló desde septiembre de 1944 hasta febrero de 1945, y sus huellas son guiadas hoy por Volker Lossner, capitán retirado del ejército alemán, que conduce a los visitantes por estos senderos que evocan horrores pasados.
El bosque, que se convirtió en un verdadero fortín germano, era el último obstáculo antes del río Rin. Las tropas alemanas, familiarizadas con el terreno y motivadas para defender su suelo, se replegaron estratégicamente en la foresta, convirtiéndola en una trampa mortal. La ofensiva aliada para capturar Hürtgen fracasó trágicamente, dando lugar a un saldo de 30,000 soldados caídos y siniestros que todavía resuenan en la memoria colectiva. Hoy, nietos de los combatientes visitan este sitio lleno de dolor, deseando conocer el lugar donde sus abuelos lucharon y, en muchos casos, perdieron la vida. Lossner ve en estas visitas una oportunidad vital para recordar y aprender de aquellos tiempos oscuros, asegurando que el recuerdo viva entre las nuevas generaciones.
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