En medio del conflicto en Gaza, Fida, una madre palestina, relata la dura realidad enfrentada por los habitantes del enclave. Con escasos recursos, su familia sobrevive con arroz y garbanzos, mientras la carne y la leche se han convertido en recuerdos distantes. Este escenario es un reflejo de la crítica situación humanitaria que sufren más de dos millones de palestinos debido al bloqueo total impuesto por Israel desde hace más de dos meses. Las restricciones han provocado una emergencia alimentaria que amenaza con convertir el enclave en un foco de inseguridad alimentaria aguda, según alertas de la ONU.
El cierre de fronteras obstaculiza la entrada de alimentos, agua y medicinas, empujando a la población al borde de la hambruna. Las cocinas comunitarias y las organizaciones humanitarias, que antes eran la última defensa contra el hambre, han reducido drásticamente su capacidad operativa. El impacto se siente con especial gravedad entre los más vulnerables, incluidos niños y mujeres embarazadas, quienes enfrentan riesgos severos de salud. Mientras tanto, toneladas de ayuda humanitaria esperan en la frontera, a la espera de que se permita su ingreso, en un contexto donde la supervivencia diaria se convierte en un acto de resistencia.
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