El Banco Central Europeo (BCE) ha decidido implementar una rebaja unánime en los tres tipos de interés clave durante su reunión de septiembre, en un esfuerzo destinado a reducir la volatilidad en los mercados monetarios. Esta medida constituye la segunda reducción de tasas de interés del año por parte del BCE, continuando así su política de ajuste monetario, la cual se inició con una disminución anterior en junio. La principal finalidad de esta decisión es facilitar una mayor estabilidad en el intercambio a muy corto plazo de liquidez y reservas entre las entidades bancarias.
En términos concretos, el BCE ha disminuido la tasa de depósito en 25 puntos básicos, fijándola ahora en un 3,5%. Asimismo, tanto la tasa principal de refinanciación como la facilidad marginal de crédito han sido recortadas en 60 puntos básicos, situándose en 3,65% y 3,9%, respectivamente. Este reajuste de los tipos de interés está diseñado para hacer más atractivas las subastas de liquidez semanales para los bancos, fomentando así condiciones financieras más propicias.
Este conjunto de medidas se produce en un entorno económico donde la inflación ha mostrado claros signos de moderación. Desde un alarmante pico del 10,6% en octubre de 2022, la tasa de inflación ha descendido a un controlado 2,2% en agosto de este año, acercándose al objetivo del 2% fijado por el BCE. La caída en el precio del petróleo ha sido un factor determinante en este proceso de desinflación, ayudando a aliviar las presiones inflacionarias que habían estado afectando a la economía.
En paralelo, el BCE ha actualizado sus proyecciones económicas, ajustando a la baja sus expectativas de crecimiento para los próximos años, mientras mantiene constantes las previsiones de inflación. Pese a un potencial repunte de la inflación hacia finales de este año, se espera que esta se normalice y se acerque al objetivo del banco central en la segunda mitad de 2025.
La reciente reducción de los tipos de interés por parte del BCE está diseñada para tener un impacto directo en los mercados financieros, beneficiando en particular a aquellos con hipotecas variables al hacer el crédito más asequible. Esta política no solo busca estabilizar los mercados monetarios, sino que también refleja una continua vigilancia y adaptabilidad del BCE frente a las circunstancias económicas, con el fin de preservar la estabilidad de precios y apoyar una recuperación económica más sostenida en la zona euro.