El FC Barcelona vive un momento complejo en La Liga, demostrando una preocupante pérdida de energía en los partidos domésticos. Tras su regreso de Dortmund, el equipo azulgrana, que había mostrado su mejor versión en la Champions, cayó por 0-1 ante el Leganés en Montjuïc. Esta derrota no resulta sorprendente, considerando que el Barça ha sumado apenas cinco de los últimos 18 puntos posibles en la competición local. La falta de liderazgo y carácter se hizo evidente una vez más al no poder remontar el gol tempranero de Sergio González, tras un error defensivo en un córner. La hinchada, molesta y frustrada, expresó su descontento ante la falta de pasión y el desconcierto del equipo, temas que resuenan especialmente en momentos en que rivales como el Atlético prosperan en el torneo.
El juego contra el Leganés dejó en evidencia las carencias del Barça ante equipos que despliegan fútbol físico y sólido en defensa. Los visitantes desquiciaron a los catalanes con su cerrada defensa y el árbitro, Alejandro Quintero González, fue criticado por su estilo contemplativo. Sin espacio para maniobrar, los azulgrana se mostraron erráticos y faltos de profundidad, con un Robert Lewandowski insuficiente en la definición. Raphinha destacó como uno de los pocos lucidos, aunque no fue suficiente para cambiar el curso del partido. Los cambios realizados por el técnico Marcus Sorg, sustituto del sancionado Flick, no funcionaron, aumentando la confusión y dejando al equipo sin respuestas ante un Leganés que se mostró imperturbable y logró una histórica victoria.
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