El Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), conocido como el banco de los BRICS, ha culminado su reunión anual en Río de Janeiro subrayando su intención de priorizar el aumento de financiamiento en monedas locales. Este movimiento busca disminuir la dependencia del dólar y mitigar la volatilidad de los tipos de interés y las tasas de cambio. La presidenta del banco, Dilma Rousseff, destacó que, si bien Rusia ha promovido la desdolarización en el marco del conflicto en Ucrania, el banco no ha optado por crear una moneda propia, para evitar tensiones adicionales con Estados Unidos. Durante este evento, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, apoyó un debate más profundo sobre una moneda común del bloque, aunque reconoció las complejidades políticas y técnicas de esta idea.
El NBD, con sede en Shanghái y fundado hace una década, reafirma su misión de expandirse mediante la incorporación de nuevos miembros, como Colombia y Uzbekistán, a sus actuales socios, que incluyen a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. El banco ha financiado 122 proyectos por un valor aproximado de 40.000 millones de dólares, destacando su enfoque en la igualdad de relaciones entre países miembros, rechazando la dinámica de poder y veto existente en otras instituciones multilaterales. Rousseff enfatizó que los préstamos del banco no están condicionados a reformas políticas específicas, respetando la soberanía de cada nación. En esta línea, el NBD se distingue del Banco Mundial y otros bancos de desarrollo, presentándose como una alternativa más inclusiva para el Sur Global.
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