El Ayuntamiento de Madrid y el Ateneo de Madrid han dado un nuevo paso en la celebración y reconocimiento de mujeres fundamentales en la historia literaria española. La más reciente adición a la Galería de Ilustres del Ateneo es un retrato de la destacada escritora Rosa Chacel, de la mano del pintor Andrés Castellanos. Esta obra, un óleo sobre tabla de 69 x 58 centímetros, ha sido presentada hoy en un evento que reunió a Marta Rivera de la Cruz, delegada del Área de Cultura, Turismo y Deporte, Luis Arroyo, presidente del Ateneo, y familiares de Chacel.
Este acto de reconocimiento se inscribe en el proyecto ‘Las Mujeres en su sitio’, una iniciativa del Ateneo que busca revalorizar el papel de las mujeres ateneístas, un propósito que cobra especial relevancia en una institución cuya galería de retratos estaba desproporcionadamente dominada por hombres. Hasta hace pocos años, solo Emilia Pardo Bazán figuraba entre las personalidades femeninas retratadas. Con la adhesión de figuras como Carmen Laforet, Clara Campoamor, Almudena Grandes, Carmen de Burgos y Elena Fortún, y ahora Rosa Chacel, se empieza a saldar una deuda histórica con las mujeres que han aportado significativamente a la cultura española.
«Es un acto de justicia», afirmó Rivera de la Cruz, destacando la contribución de Chacel a la literatura española y su estrecha relación con Madrid, especialmente con el barrio de Maravillas, donde transcurre parte de su novela más aclamada, «Barrio de Maravillas».
Rosa Chacel, nacida en Valladolid en 1898, pero con una profunda vinculación a Madrid, se formó como escultora en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y fue una figura central en la vida cultural bohemia de la capital. Desde su llegada al Ateneo en 1920, Chacel no solo dejó una huella en la literatura, sino que también desempeñó roles importantes en esta institución, tales como secretaria en las secciones de Artes Plásticas y Literatura. Su conferencia «La mujer y sus posibilidades» en 1921 es recordada como un momento destacado en su carrera académica y literaria.
Su vida, marcada por el exilio en 1938 debido a la Guerra Civil Española y su estancia en ciudades tan diversas como Río de Janeiro y Buenos Aires, encontró un nuevo rumbo al regresar a España en 1974. Durante esta tercera etapa en el Ateneo, fue reconocida como Socia de Honor y continuó su producción literaria, siendo «Barrio de Maravillas» galardonada con el Premio de la Crítica en 1976 y, años más tarde, en 1987, recibió el Premio Nacional de las Letras.
Este homenaje a Chacel no solo subraya su importancia como novelista de la Generación del 27, sino que también representa un esfuerzo por reequilibrar la narrativa histórica, al darle el merecido lugar a mujeres que, como Rosa Chacel, enriquecieron con su obra la cultura literaria del país.