El Ayuntamiento de Madrid ha dado un significativo paso hacia la mejora de su infraestructura urbana con la reciente firma del acta de cesión de un tramo de la vía colectora de la A-2, llevada a cabo por el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible. La delegada de Obras y Equipamientos, Paloma García Romero, y Gloria Ramos, ingeniera jefa de la Demarcación de Carreteras del Estado en Madrid, formalizaron esta cesión que abarca desde los puntos kilométricos 0+000 hasta 3+773, incluyendo cruciales conexiones viales.
La ceremonia, que también contó con la participación del concejal de Barajas, Juan Peña, es un paso decisivo en la agenda urbanística de la capital, ya que permitirá la construcción de un colector esencial para mitigar las frecuentes inundaciones que afectan al barrio del Aeropuerto en el distrito de Barajas. Esta infraestructura, fundamental para gestionar el agua pluvial, será posible gracias a un convenio vigente entre el Ayuntamiento y el Canal de Isabel II, habilitando así la ejecución de una obra crucial para resolver uno de los problemas más persistentes del área.
Junto con el tramo de carretera cedido, también se transfiere al consistorio madrileño el dominio de los terrenos públicos adyacentes. Esto incluye la responsabilidad sobre todas las infraestructuras relacionadas, como señalización, balizamiento, alumbrado y servicios de comunicación, además de elementos clave para el control del tráfico.
Con la transferencia, el Ayuntamiento asume desde hoy la responsabilidad de conservación y mantenimiento de la vía y sus instalaciones asociadas. En paralelo, el Ministerio de Transportes tiene un plazo de seis meses para completar una serie de mejoras previamente comprometidas. Estas incluyen la revisión de las instalaciones de alumbrado público, la rehabilitación de las juntas de dilatación y los apoyos de neopreno del paso superior de la vía colectora, y el asfaltado del lateral de la avenida de la Hispanidad en el tramo que conecta con la Alameda de Osuna.
Esta colaboración entre el gobierno central y el municipal simboliza un avance relevante en la gestión urbana de Madrid, prometiendo mejoras significativas en la calidad de vida de sus habitantes y la mitigación de un problema recurrente que ha afectado durante años a una de sus áreas más afectadas por las lluvias.
