El Ayuntamiento de Alcalá intensifica la lucha contra las orugas procesionarias con tratamientos de endoterapia y eliminación de nidos

El Ayuntamiento de Alcalá de Henares ha comunicado a sus ciudadanos las medidas implementadas para controlar la proliferación de orugas procesionarias en parques y jardines locales, un fenómeno que supone riesgos significativos tanto para humanos como para animales. Estas orugas, conocidas por sus pelos urticantes, constituyen una amenaza al provocar reacciones alérgicas y problemas respiratorios.

Vicente Pérez, concejal de Medio Ambiente, ha instado a la población a extremar las precauciones cuando se encuentren con estas orugas en áreas naturales o espacios verdes. Las procesionarias se reconocen fácilmente por su longitud, de entre 2 y 4 centímetros, y su desplazamiento en fila india, característica que les ha valido su nombre.

Durante el otoño, el consistorio ha realizado 675 intervenciones preventivas, utilizando la técnica de la endoterapia, que consiste en inyecciones en el tronco de los árboles. Este método resulta altamente eficaz para controlar las orugas del pino, científicamente conocidas como Thaumetopea pityocampa, especialmente en aquellas zonas con mayor densidad de población de estos insectos. Sin embargo, este tratamiento requiere manejo cuidadoso para evitar daños a los árboles, cuyos inventarios incluyen 3.931 pinos y 580 cedros.

Asimismo, se han retirado manualmente 890 bolsones blancos conteniendo larvas cuando estos se detectaron en árboles más accesibles, situados frecuentemente en áreas infantiles, plazas y zonas destinadas a mascotas. Sin embargo, cuando las orugas inician su descenso, los bolsones suelen quedar vacíos, lo que anula cualquier posibilidad de tratamiento.

En la estrategia contra esta plaga, las autoridades también han promovido el fomento del gorrión, un depredador natural de las orugas, como parte de una solución ecológica de control de población. Sin embargo, los inviernos más cálidos atribuibles al cambio climático están provocando que el ciclo de las orugas comience antes de lo usual, observándose actividad desde febrero en lugar de marzo o abril.

Para mitigar los riesgos asociados, el Ayuntamiento recomienda evitar las zonas potencialmente afectadas, especialmente aquellas con pinos, abetos o cedros, puesto que los pelos urticantes pueden dispersarse a través del aire. Es fundamental mantener a las mascotas bajo control, supervisándolas en todo momento en estas áreas, ya que los accidentes suelen ocurrir cuando las orugas han descendido al suelo.

En caso de contacto con los pelos urticantes, se sugiere aplicar agua templada en la zona afectada debido a la naturaleza termolábil de la toxina, y consultar de inmediato a un profesional médico o veterinario.

Aunque las orugas procesionarias forman parte del ecosistema local, sus efectos potencialmente perjudiciales justifican la atención dirigida a su control. La ciudadanía debe adherirse a las recomendaciones preventivas impartidas, garantizando así la seguridad y bienestar de la comunidad y sus animales.

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