Yanis Varoufakis, el conocido economista griego, ha introducido el término «tecnofeudalismo» para describir una nueva era económica donde las grandes corporaciones tecnológicas asumen un control comparable al de los señores feudales de la Edad Media. En su reciente obra, Varoufakis argumenta que este modelo económico, al que denomina «el sucesor sigiloso del capitalismo», está definiendo el mundo contemporáneo. Las plataformas digitales, el comercio electrónico y la producción de datos son dominadas por unas pocas empresas que controlan campos esenciales de la economía. En este contexto, los ciudadanos no son solo consumidores, sino también proveedores de datos y servicios, quedando así subordinados a estas entidades en su acceso a información, entretenimiento y conectividad. Esta estructura jerárquica y de poder se aleja del ideal de una economía de mercado verdaderamente libre.
En el ámbito político, el concepto de tecnofeudalismo se manifiesta a través del proteccionismo arancelario y el establecimiento de barreras comerciales, fenómeno prominente durante la administración de Donald Trump. Este regreso a economías cerradas imita el modelo medieval, donde los mercados, tecnologías y recursos vitales son privilegios negociados, como en un moderno vasallaje. Las naciones más pequeñas y menos poderosas se encuentran obligadas a acatar las reglas impuestas por grandes potencias, consolidando así las divisiones de poder global. La diplomacia se convierte en un juego de poder donde los gobiernos buscan protección de estas naciones dominantes, replicando y amplificando desigualdades históricas. La salida de este tecnofeudalismo, según el relato histórico, podría residir en devolver el poder al pueblo, impulsado por revoluciones y el fortalecimiento de las ciudades como centros de libertad.
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