Gérard Depardieu ha sido condenado en París a 18 meses de prisión suspendida por agresión sexual, un fallo que marca un hito en el contexto del movimiento #MeToo en Francia. Las denuncias en su contra provienen de una asistente de dirección de 34 años y una decoradora de 54, quienes relatan haber sufrido tocamientos no consentidos y comentarios sexistas durante el rodaje de «Las persianas verdes». Además de la pena de prisión suspendida, la sentencia incluye la obligación de registrarse como delincuente sexual y la pérdida de derechos civiles durante dos años, subrayando la urgencia de abordar la impunidad de estos actos en la industria cinematográfica.
El caso de Depardieu revive las dinámicas de poder y abusos en el cine, recordando su interpretación en «Welcome to New York», película que, aunque no menciona a Dominique Strauss-Kahn directamente, se basa en su figura y en la caída de un hombre poderoso. Mientras la película ofreció una crítica incisiva sobre el poder y la corrupción, la reciente condena de Depardieu resalta cómo la realidad ha superado a la ficción, evidenciando una problemática que ha permanecido arraigada durante décadas. La sentencia no solo afecta a Depardieu, sino que también reabre el debate sobre la cultura del silencio en el ámbito del entretenimiento.
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