En una tarde llena de emoción en la plaza de toros, el sevillano destacó con una faena de gran calidad que, lamentablemente, fue interrumpida por la espada, impidiéndole obtener mayores trofeos. Diego Urdiales brilló por su pureza en el ruedo, conquistando una oreja que premió su maestría y dedicación. Por otro lado, Sebastián Castella mostró un nivel de toreo digno de aplausos, pero fue el palco quien limitó su triunfo al concederle solo una oreja, decisión discutida por parte del público debido a la calidad de su actuación.
La corrida de toros de Juan Pedro Domecq fue bien recibida, ofreciendo ejemplares que permitieron el lucimiento de los matadores y brindando un espectáculo de calidad a los asistentes. La jornada fue un reflejo del arte taurino, destacando la técnica y el duende de los toreros, así como la expectación y pasión de los aficionados presentes. La combinación de talento y emoción hizo de este evento una experiencia memorable, consolidando la tradición y el prestigio de estas festividades taurinas.
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