En la reciente cumbre de la OTAN, España se posicionó como la única nación en rechazar el compromiso de elevar el gasto en defensa al 5% del PIB, lo que generó una ola de críticas tanto internas como internacionales. El presidente Pedro Sánchez estableció un límite del 2,1% en el gasto militar español, afirmando que el país cumplirá con sus capacidades dentro de ese margen. Sin embargo, su negativa al aumento fue catalogada como «egoísta e irresponsable» por diplomáticos europeos, quienes consideraron que Sánchez priorizó su propia agenda sobre el consenso necesario en la alianza. Los descontentos incluyeron a miembros destacados de la OTAN, como Donald Trump, quien, según informes, expresó su frustración por la postura española.
Además, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, ironizó sobre la negativa de Sánchez, destacando que todos los países miembros, incluida España, habían firmado el mismo documento que aceptaba el incremento del gasto. Mientras tanto, persiste la incertidumbre sobre cómo abordará Trump sus amenazas contra España por su resistencia a participar en el gasto militar colectivo, sugiriendo que podría haber repercusiones en el ámbito comercial. Las tensiones generadas por la posición de España en la cumbre han dejado un ambiente complicado entre los aliados de la OTAN, donde se cuestiona la disposición del país a colaborar en un esfuerzo militar unificado.
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