Estados Unidos ha dado un giro significativo en su política hacia Venezuela al reconocer oficialmente a Edmundo González como presidente electo del país tras las elecciones del 28 de julio, marcadas por denuncias de fraude por parte del actual mandatario Nicolás Maduro. El secretario de Estado, Antony Blinken, anunció este reconocimiento durante la cumbre del G20 en Río de Janeiro, destacando la importancia de respetar la voluntad de los votantes venezolanos. Este paso busca aumentar la presión internacional sobre Maduro, a quien Estados Unidos y otros países han acusado de manipular el resultado electoral en su favor. La respuesta de Washington se enmarca en una estrategia más amplia encabezada por el electo presidente Donald Trump, quien ha designado a Marco Rubio como su secretario de Estado, anticipándose a políticas exteriores más estrictas hacia Venezuela, Cuba, China, e Irán.
El conflicto político en Venezuela ha escalado, especialmente después de que Maduro inhabilitara a la opositora María Corina Machado, allanando el camino para González como líder de oposición. Ante la falta de un conteo electoral claro y el reconocimiento del Consejo Nacional Electoral, controlado por Maduro, la oposición presentó evidencias de que González superó a Maduro por márgenes significativos en las votaciones. En respuesta a la represión política, que incluyó el exilio forzado de González, Estados Unidos impuso sanciones a 16 funcionarios venezolanos, congelando sus activos en territorio estadounidense y prohibiendo a sus ciudadanos mantener vínculos comerciales con ellos. Este reconocimiento internacional y las medidas de sanción se suman a las tensiones políticas crecientes, poniendo en cuestión la legitimidad de la prevista toma de posesión de Maduro en enero de 2025.
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