El compromiso de Donald Trump de poner fin a una medida específica a partir del 1 de marzo no se ha materializado, generando reacciones mixtas entre sus seguidores y detractores. A pesar de las expectativas creadas por el expresidente estadounidense, las políticas relacionadas continúan vigentes, lo que ha llevado a algunos analistas a cuestionar la eficacia y el cumplimiento de sus promesas pasadas. Este incumplimiento resalta las dificultades que a menudo encaran los líderes políticos al intentar modificar o desmantelar políticas establecidas, especialmente cuando enfrentan resistencia dentro de las estructuras gubernamentales o desde sectores clave de la economía.
La prolongación de esta medida también refleja las complejidades inherentes a la política económica de Estados Unidos, particularmente en un contexto global en constante cambio. Las tensiones comerciales, sumadas a las preocupaciones sobre la estabilidad económica mundial, podrían haber influido en la decisión de mantener el estatus quo. Expertos en economía advierten que cualquier cambio abrupto podría tener repercusiones significativas no solo para el país norteamericano, sino también para sus socios comerciales en todo el mundo. Mientras tanto, los ciudadanos y las empresas afectadas permanecen en un estado de incertidumbre, esperando claridad sobre si y cuándo se implementarán los cambios prometidos.
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