Estados Unidos ha decidido reducir su personal no esencial y sus familias en la embajada en Irak y en bases militares de Oriente Próximo, en respuesta a las crecientes tensiones en la región. La medida, adoptada tras una evaluación del Departamento de Estado para garantizar la seguridad de los ciudadanos estadounidenses, afectará también a Bahreiní y Kuwait. La presencia del personal ya era limitada debido a las circunstancias. El Pentágono ha autorizado la salida voluntaria de familiares de militares, mientras que el Mando Central de EE.UU. monitorea las tensiones en Oriente Próximo. Estas acciones coinciden con la preocupación por un posible ataque israelí a Irán, en un contexto de negociaciones estancadas sobre el programa nuclear iraní.
El panorama se complica tras el fracaso de múltiples rondas de diálogo entre Washington y Teherán, a pesar de las amenazas de Trump de atacar Irán si no se llega a un acuerdo. Estados Unidos busca que Irán renuncie a enriquecer uranio a cambio del levantamiento de sanciones, en un acuerdo similar al de 2015 del que EE.UU. se retiró en 2017. Las tensiones militares aumentan con la posibilidad de un ataque israelí a las instalaciones nucleares iraníes, lo que preocupa a otros actores internacionales, incluyendo al Reino Unido, cuya agencia marítima advierte sobre los riesgos para la navegación comercial en el golfo Pérsico. La situación se agrava con declaraciones del ministro de Defensa iraní, Aziz Nasirzadeh, de que Irán responderá a ataques contra su territorio.
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