Un reciente bombardeo de Estados Unidos sobre el puerto petrolero de Ras Isa en Yemen, controlado por los rebeldes hutíes, ha dejado al menos 74 muertos y 171 heridos, reporta el departamento de salud gestionado por los insurgentes. Este ataque, considerado el más letal desde la reanudación de la campaña aérea estadounidense en el país, tenía el objetivo de cortar el suministro de combustible a los hutíes y debilitar su capacidad económica. El ejército estadounidense no ha comentado sobre las víctimas civiles, pero los hutíes han calificado la acción como un «crimen de guerra», mencionando que representa una violación de la soberanía yemení. Washington acusa a los hutíes de utilizar el puerto para contrabandear armas y financiar actividades terroristas. La región sigue siendo un campo de enfrentamiento, con los hutíes respondiendo con ataques con drones y misiles a portaaviones estadounidenses en el mar Rojo.
El conflicto en Yemen ha intensificado las repercusiones internacionales, con misiles hutíes dirigidos también hacia Israel, lo que aumentó las tensiones regionales. La ofensiva aérea, lanzada por el presidente Donald Trump en respuesta a amenazas hutíes contra el tráfico marítimo, ha provocado más de 213 bajas, superando en severidad los resultados de la campaña de su predecesor, Joe Biden. Según el Yemen Data Project, la nueva campaña ha afectado a múltiples provincias y ha golpeado a reiteradas infraestructuras civiles. Facciones yemeníes aliadas al gobierno reconocido internacionalmente consideran reanudar operaciones terrestres contra los hutíes, quienes, respaldados por Irán, mantienen el control de amplias porciones del noroeste del país, incluidas zonas estratégicas del mar Rojo. Mientras tanto, la coalición yemení busca expulsar a los rebeldes del área para retomar territorios vitales para la economía y el envío de ayuda humanitaria.
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