Estados Unidos ha escalado su estrategia de control tecnológico frente a China mediante la instalación de dispositivos de localización en envíos selectos de chips avanzados. Producidos por empresas como Nvidia, AMD y Dell, estos rastreadores, colocados discretamente en el embalaje o dentro de los servidores, tienen el propósito de detectar desvíos ilegales de chips hacia destinos sujetos a restricciones de exportación, según reveló una investigación de Reuters.
La operación, coordinada por el Bureau of Industry and Security (BIS), la unidad de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI) y el FBI, se centra en envíos bajo investigación, aprovechando dispositivos del tamaño de un teléfono inteligente para seguir el rastro hasta su destino final. Esta práctica, aunque no nueva, se ha intensificado en el sector de semiconductores debido a su importancia estratégica.
El contexto de esta medida es una política más estricta de control sobre la transferencia de tecnología avanzada a China, destinada a evitar que accedan a chips de alto rendimiento, esenciales para capacidades militares e inteligencia artificial. Propuestas en discusión en la Casa Blanca y el Congreso sugieren incluso la integración de sistemas de verificación de ubicación en los propios chips.
Por su parte, las empresas implicadas, como Super Micro y Dell, han respondido con cautela, mientras que algunos fabricantes son conscientes del incremento en la vigilancia sobre el destino de estos componentes. Pekín, en respuesta, ha criticado las restricciones de Washington, viéndolas como un intento de frenar su crecimiento tecnológico, y ha aumentado la inspección de servidores en busca de rastreadores.
Para Estados Unidos, esta táctica no solo es una cuestión de seguridad nacional sino también un método disuasorio contra el comercio ilegal de tecnología, recolectando pruebas para sanciones y acciones legales. Sin embargo, plantean desafíos logísticos y potenciales tensiones con clientes en mercados no restringidos.
En la cadena global de semiconductores, un sector interconectado y crucial, la instalación de rastreadores puede impactar otras áreas sensibles, reflejando una nueva fase de la guerra tecnológica entre EE. UU. y China. La supervisión física de los componentes se ha vuelto tan crucial como las restricciones legales, con el objetivo de evitar el uso de tecnología para desafiar la supremacía estadounidense.
Expertos sugieren que esta estrategia podría expandirse, no solo en volumen, sino en sofisticación tecnológica, llevando a debates sobre privacidad corporativa y la legalidad de estas prácticas internacionales. Esto, mientras asegura que la vigilancia se mantenga dentro del marco legítimo de seguridad nacional sin generar fricciones innecesarias con socios comerciales.
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