El Departamento de Comercio de Estados Unidos ha anunciado que a partir del 14 de julio se impondrá un arancel del 20,91% a la mayoría de los tomates importados desde México. La medida, según el departamento liderado por Howard Lutnick, busca equilibrar las condiciones para los productores de tomate estadounidenses, quienes han expresado que el acuerdo previo no protegía adecuadamente sus intereses. Este anuncio marca el fin de un convenio que regía las importaciones de tomate mexicano y que, tras un preaviso de 90 días, dará paso a los nuevos gravámenes. La decisión es vista como parte de una serie de acciones comerciales por parte de Estados Unidos, que también han incluido aranceles adicionales del 25% en respuesta a temas migratorios y la entrada de fentanilo, aunque estas tarifas son independientes de las aplicaciones del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC).
El trasfondo de esta disputa se remonta a anteriores administraciones estadounidenses, incluidas las de Donald Trump, quien en 2019 había llegado a un acuerdo con productores mexicanos para evitar una investigación antidumping mediante la aceptación de inspecciones y auditorías rigurosas de las importaciones. Sin embargo, con la finalización del Acuerdo de Suspensión a la Investigación Antidumping, que estuvo vigente desde 1996, y medidas arancelarias previas del 17,5%, la situación se ha vuelto a tensionar. México, siendo el mayor proveedor de productos frescos a Estados Unidos, enfrenta un panorama donde sus exportaciones de tomate —el tercer producto más exportado después de la cerveza y el aguacate— podrían verse significativamente afectadas, reavivando preocupaciones sobre el impacto en la relación comercial entre ambos países.
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