La administración de Donald Trump ha comenzado a cumplir su promesa de campaña de reducir el apoyo militar a Ucrania, anunciando la suspensión del envío de ciertas armas. Entre los armamentos afectados se encuentran misiles de defensa aérea y munición de artillería de precisión. Esta decisión se produce en un contexto de estancamiento en las negociaciones entre Ucrania y Rusia y ha generado reacciones polarizadas. Mientras el Kremlin celebra esta medida como un avance hacia el final de la invasión, Ucrania expresa preocupación por las implicaciones que podría tener para su capacidad de defensa.
La portavoz de la Casa Blanca, Anne Kelly, justificó la suspensión afirmando que busca priorizar los intereses de Estados Unidos y que se realizó como parte de una revisión más amplia del apoyo militar en el mundo. A pesar de esto, funcionarios del gobierno han admitido que hay inquietudes sobre el estado de las reservas militares tras años de conflicto. Kiev, por su parte, ha convocado al encargado de negocios de Estados Unidos para expresar que esta decisión podría alentar al agresor, y ha pedido el mantenimiento del suministro de armamento crucial para su defensa. La urgencia de ayuda desde Occidente, especialmente en sistemas de defensa aérea, ha sido subrayada por altos funcionarios, indicando que la situación en el terreno se torna cada vez más crítica.
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