Washington ha expresado su preocupación por lo que considera una creciente amenaza para sus intereses de seguridad nacional en la región. La administración actual ha señalado que ciertas operaciones y alianzas estratégicas pueden desestabilizar el equilibrio geopolítico, afectando tanto a sus aliados como a la estabilidad económica local. Estas advertencias llegan en un momento de altas tensiones diplomáticas, en el que se realizan gestiones para asegurar un entorno más seguro y predecible.
En respuesta, se han intensificado las consultas con gobiernos aliados y se han reforzado las medidas de vigilancia y seguridad en puntos clave. Las acciones incluyen el despliegue de recursos adicionales y el fortalecimiento de acuerdos bilaterales que buscan incrementar la cooperación en inteligencia y defensa. Aunque las conversaciones están en marcha, los desafíos persisten, dejando entrever un panorama incierto para la resolución de estas preocupaciones.
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