La administración de Donald Trump intensifica su ofensiva contra Huawei, advirtiendo que las empresas internacionales que utilicen chips de inteligencia artificial de la serie Ascend podrían enfrentar sanciones, al violar controles de exportación de EE.UU. Según el Departamento de Comercio, los procesadores Ascend 910B, 910C y 910D están sujetos a estas regulaciones porque, aunque se ensamblen fuera del país, incluyen tecnología estadounidense.
Esta medida, más que una nueva normativa, se interpreta como una implementación estricta de reglas existentes, afectando a empresas y gobiernos globalmente. La Oficina de Industria y Seguridad del Departamento de Comercio ha confirmado que el empleo de estos chips por cualquier entidad internacional constituye una violación automática de las leyes de exportación, debido a los componentes estadounidenses implicados en su fabricación.
Huawei ha hecho importantes avances en hardware de inteligencia artificial, desarrollando clústeres de chips Ascend que compiten en rendimiento con productos de firmas como Nvidia. Además, la empresa ha impulsado su autonomía tecnológica frente a restricciones, lanzando sistemas operativos alternativos y apostando por producción nacional de semiconductores sin tecnología estadounidense.
La advertencia estadounidense también es relevante para socios estratégicos en Oriente Medio, como Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, que están haciendo inversiones significativas en infraestructuras de IA. El acercamiento entre estos países y China en tecnología avanzada genera preocupación sobre el acceso indirecto de Huawei a mercados restringidos.
Mientras Huawei no ha respondido oficialmente, EE.UU. defiende su posición como una protección de la propiedad intelectual y la seguridad nacional, aunque esta postura es vista por algunos como una imposición extraterritorial.
En este contexto, se ha retirado la «AI Diffusion Rule», propuesta durante la administración Biden, por ser considerada excesivamente burocrática. No obstante, EE.UU. reafirma que vigilará de cerca cualquier intento de intermediación tecnológica, advirtiendo que el uso de chips de IA chinos con tecnología estadounidense es ahora un límite que, de cruzarse, podría resultar en sanciones severas.
La batalla tecnológica entre Washington y Pekín continúa intensificándose, consolidando el control sobre los chips de inteligencia artificial como un nuevo frente en esta guerra geopolítica y económica.
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