En el siglo XXI, la conciencia sobre valores sociales como equidad e inclusión ha cobrado relevancia en el mundo occidental, impulsando logros significativos en la participación laboral femenina. América Latina refleja esta tendencia, con un incremento notorio en la participación de mujeres en el mercado laboral que pasó del 20% en los años sesenta al 53% actual, según la CEPAL. Factores como el aumento educativo, la reducción de la fecundidad y el cambio cultural han sido claves en este avance. A pesar de progresos en posiciones ejecutivas y científicas, persisten desigualdades marcadas por segmentación laboral y disparidades regionales, siendo urgente implementar políticas efectivas para cerrar estas brechas.
Sin embargo, la participación femenina aún enfrenta retos, especialmente en sectores estereotipados como científicos y financieros. Además, las normativas culturales y políticas públicas insuficientes siguen limitando el potencial laboral de las mujeres, quienes, en su mayoría, continúan asumiendo la responsabilidad de tareas no remuneradas. Este contexto justifica la necesidad de fomentar la flexibilidad laboral, mejorar el acceso a la educación y promover políticas de acción afirmativa. Asimismo, el enfoque de la economía feminista aboga por expandir valores como la empatía y el cuidado, más allá de la inclusión laboral femenina, para lograr una sociedad más justa y humana.
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