En las últimas semanas, España ha enfrentado fenómenos meteorológicos extremos que han dejado intensos estragos en su paso por la península. Tan solo dos semanas después de que una histórica gota fría asolara el país, cobrándose la vida de al menos 223 personas, una nueva Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) ha desencadenado graves inundaciones, afectando principalmente a la provincia de Málaga. Los servicios de emergencia están en alerta constante mientras el agua inunda calles y viviendas, causando cuantiosos daños materiales y generando situaciones de peligro para los residentes. A pesar de los esfuerzos de las autoridades locales y nacionales para mitigar el impacto de estos fenómenos, las condiciones climáticas adversas continúan desafiando la capacidad de respuesta del país.
El debate sobre si estos eventos tienen una relación directa entre sí ha cobrado relevancia en la comunidad científica y entre los responsables de formular políticas climáticas. Los expertos señalan que aunque las DANAs son fenómenos habituales en el Mediterráneo, su frecuencia e intensidad podrían estar siendo influenciadas por el cambio climático. Este incremento de eventos meteorológicos extremos resalta la urgencia de adoptar medidas adaptativas y políticas sostenibles que mitiguen sus impactos. Mientras tanto, las comunidades afectadas enfrentan los retos inmediatos de recuperación y reconstrucción, tratando de volver a la normalidad después de sufrir las secuelas de esta nueva embestida climática.
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