El clásico estuvo cargado de tensión y polémica, destacándose por varias revisiones del VAR que mantuvieron al público al borde del asiento. La tecnología de asistencia arbitral fue clave en jugadas decisivas que alteraron el marcador y alimentaron el debate entre los aficionados y analistas, quienes cuestionaron la influencia del VAR en el ritmo y resultado del partido. A pesar de estas interrupciones, el encuentro ofreció momentos de alta intensidad y un fútbol emocionante, digno de un clásico de esta envergadura.
Uno de los focos de atención fue el brasileño, cuya actuación en el campo fue seguida de cerca por los espectadores. Sin embargo, el verdadero protagonismo llegó cuando el entrenador Alonso decidió sustituirlo. La situación se tornó tensa al no darle la mano al técnico y dirigirse de inmediato a los vestuarios, lo que generó numerosos comentarios y especulaciones sobre el clima dentro del equipo. Este gesto aumentó el drama del encuentro, resaltando las emociones y la presión que envuelven a un clásico de tal magnitud.
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