La reciente victoria electoral de Donald Trump sobre Kamala Harris en las elecciones presidenciales de Estados Unidos no solo ha generado un cambio en el panorama político global, sino que también está teniendo un impacto significativo en el ámbito deportivo, específicamente en la Fórmula 1. Uno de los desarrollos más notables es la entrada de una nueva escudería completamente estadounidense, Andretti, en colaboración con General Motors, al campeonato mundial de F1. Tras un rechazo inicial para incorporarse al campeonato de 2026, la reelección de Trump ha sido un factor decisivo para que el grupo automovilístico obtenga la aprobación de la F1 para unirse como la undécima escudería bajo el nombre de Cadillac. Este movimiento marca la primera participación norteamericana de este calibre en la Fórmula 1 en el siglo XXI, y coincide con un cambio reglamentario significativo que permitirá a Cadillac adaptar su monoplaza conforme a las nuevas normas.
La llegada de Andretti Cadillac no ha pasado inadvertida entre el resto de las escuderías, especialmente aquellas de menor rango, como Aston Martin de Fernando Alonso y Williams de Carlos Sainz, quienes podrían verse amenazadas por este nuevo competidor. Con un equipo compuesto por 300 empleados centrados en la preparación para la F1 y un chasis que se espera esté listo a principios de 2025, Andretti Cadillac busca establecerse rápidamente en el circuito. A pesar de que aún no han cerrado un acuerdo con un proveedor de motores, todo apunta a que Honda o Ferrari podrían ser los elegidos para proporcionar la potencia necesaria. La influencia de Trump, un entusiasta de la Fórmula 1, ha sido crucial en este escenario, recordando sus múltiples apariciones públicas en eventos del Gran Circo, como el reciente GP de Miami. La relación con Trump ha facilitado el camino para que Liberty Media finalmente acepte a Andretti como parte del campeonato, marcando un nuevo capítulo en la historia de la F1 estadounidense.
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