Dominique Pelicot, de 72 años, ha sido condenado a 20 años de prisión, la pena máxima, por delitos de violación agravada de su esposa Gisèle Pelicot y otras agresiones sexuales cometidas durante al menos nueve años, mientras su mujer se encontraba sedada con tranquilizantes que él mismo le administraba. El juicio, desarrollado en Aviñón, Francia, se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la violencia machista y ha involucrado a 50 hombres condenados también por delitos similares. Estos hombres fueron contactados por Pelicot a través de internet y participaron en las agresiones sin el conocimiento de Gisèle, quien se enteró de los crímenes al descubrir vídeos grabados por su esposo. La valentía de Gisèle al permitir que el juicio fuera público ha iluminado el debate sobre la violencia doméstica y el papel de la sociedad en combatir este tipo de atrocidades.
El caso, conocido como el juicio de Pelicot, ha revelado las oscuras dinámicas de la violencia sexual a puertas cerradas y ha impactado profundamente en la conciencia colectiva de Francia. Dominique Pelicot ofrecía a su esposa, con la que estuvo casado 50 años, a desconocidos a través de una web de citas, sin pedir dinero, solo discreción. El descubrimiento del caso se originó en un supermercado, donde fue detenido por filmar a mujeres sin su consentimiento, lo que llevó a una investigación más profunda que desveló la magnitud de sus crímenes. La sentencia no solo puso fin a un oscuro capítulo de abusos sistemáticos, sino que también ha subrayado el llamado a cambiar el estigma de la vergüenza de las víctimas a los perpetradores. La elección de Gisèle de enfrentar el horror públicamente ha sido un hito en la protección de los derechos de las mujeres, marcando un antes y un después en la manera en que la sociedad francesa percibe y enfrenta la violencia sexual.
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