Novak Djokovic, el tenista más laureado en la historia del Open de Australia, rememora con cierta amargura su deportación de 2022, un episodio que, según él, fue impulsado por motivos políticos más que sanitarios. En una entrevista reciente, Djokovic cuestiona la narrativa predominante que lo describe como un símbolo del movimiento antivacunas. En su relato, el serbio sostiene que la decisión de prohibirle la entrada al país oceánico no fue tanto por su estado de vacunación, sino por la presión política. La situación escaló a tal punto que su viaje posterior a España tuvo que ser abruptamente desviado a Serbia, por temor a un tratamiento similar al que vivió en Australia, comenta Djokovic. Allí, tras el complicado viaje, descubrió problemas de salud que atribuye a una comida contaminada que consumió durante su estancia en Melbourne.
Además, Djokovic reflexionó sobre el futuro del tenis y el impacto de las nuevas generaciones. Mostró respeto por figuras emergentes como Carlos Alcaraz y Jannik Sinner, a quienes considera potenciales sucesores del dominio que él, Rafael Nadal y Roger Federer han mantenido en las últimas décadas. Aunque reconoce el talento y la ambición de los jóvenes, advierte que es temprano para hablar de romper sus récords históricos. Por otro lado, Djokovic reflexiona sobre su histórica rivalidad con Nadal y Federer, destacando el desafío de ser aceptado inicialmente por sus pares cuando mostró confianza y ambición en su desempeño. Finalmente, cerró la entrevista con un deseo de reconciliación y camaradería, expresando su deseo de compartir una copa con ellos y discutir las diferencias que pudieron surgir durante sus carreras.
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