El caso de los informáticos despedidos del Senado ha sacudido la política española, encendiendo la pugna entre el PP y el PSOE. El matrimonio involucrado admitió haber accedido indebidamente a documentos de la Cámara alta, incluyendo información confidencial de portafirmas, con el objetivo declarado de recabar datos para un concurso laboral interno. A pesar de sus esfuerzos por negar inicialmente las acusaciones, finalmente pidieron disculpas tras ser descubiertos. El proceso disciplinario concluyó con su despido, respaldado por la letrada mayor del Senado y ratificado por la Mesa del Senado, lo que eliminó la controversia interna.
El conflicto no solo ha tenido implicaciones laborales, sino que ha desatado una tormenta política. El PP, que tiene mayoría en el Senado, acusa al PSOE de propagar falsos rumores sobre espionaje, mientras que los socialistas critican a los populares por restar importancia al escándalo y no solicitar investigaciones externas. El asunto ha sido remitido a la fiscalía para análisis legal. Mientras tanto, se han revelado diversas intromisiones en documentos del Senado, lo que genera preocupación sobre la seguridad de la información en la institución parlamentaria.
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