En un sorprendente desenlace digno de una novela, una mujer cuya vida pareció estar marcada por la austeridad dejó un legado inesperado. La protagonista de esta historia nunca poseyó un coche, optando en su lugar por desplazarse a pie o en transporte público. Su estilo de vida austero se reflejaba en su costumbre de comprar exclusivamente productos en oferta y vestir ropa vieja. Además, en lugar de adquirir nuevos artículos, prefería remendar sus zapatos cuando se rompían, prolongando así su uso. Este modo de vida, percibido como extremadamente modesto por quienes la conocieron, encubría una fortuna que ella misma había acumulado a lo largo de los años.
A la hora de su fallecimiento, se descubrió que había dejado instrucciones escritas en simples papeles donde indicaba los destinatarios de su dinero. Sin embargo, estos documentos carecían de valor legal, generando un enigma sobre el destino final de sus bienes. La noticia ha suscitado interés y asombro, no solo entre los lugareños, sino también entre los medios, que se han hecho eco del curioso caso de esta mujer que, detrás de una apariencia humilde, había logrado amasar una considerable suma de dinero. La ausencia de documentos legales plantea un desafío para la distribución de su patrimonio, abriendo un debate sobre la importancia de formalizar los testamentos y los efectos imprevistos que puede ocasionar al no hacerlo.
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